Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:38)

En Hechos 2:38, ¿estaba Pedro declarando que el perdón de pecados era a través del bautismo?

De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre. (Hechos 10:43)

Pedro hizo esta segunda declaración mientras predicaba al primer grupo de gentiles que oían el Evangelio. Él declaró que la fe activa el perdón de los pecados. Éste grupo de creyentes fue entonces bautizado en el Espíritu antes de ser bautizado en agua. Así que sólo se necesitó fe para el perdón de sus pecados.

“Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” (Lucas 24:47)

Aquí Jesús comisionó a Sus discípulos para que predicaran el arrepentimiento y perdón de pecados. Es curioso que el bautismo en agua no se haya incluido en esta secuencia de eventos. Una vez más, es la fe en Su Nombre la que nos da vida nueva.

“Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Romanos 10:10)

Por lo tanto, lo que Pedro predicó en el día de Pentecostés (Hechos 2) no puede interpretarse como una doctrina del bautismo para el perdón, sino de arrepentimiento para el perdón con el bautismo como la respuesta de fe que reconoce y demuestra la fe.

El bautismo debe ser la acción de la fe que demuestra el nuevo nacimiento. El bautismo no es el nuevo nacimiento.