“Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.” (Proverbios 18: 20-21)
El poder de las palabras es un poder asombroso. ¡Tenemos en nuestros corazones y bocas la capacidad de dar vida o muerte!
Las vidas son moldeadas y formadas por palabras. Muchos de nosotros hemos sido heridos por las palabras. Hemos herido a otros con palabras. Las palabras no sólo afectan la materia, sino que también afectan las emociones y sentimientos.
Creo que muchas enfermedades son "palabra inducidas"; décadas de hablar negativamente, hablar miedo, rencor, odio, etc., se pueden acumular y manifestarse como una dolencia o enfermedad.
Las guerras comienzan con palabras. Los divorcios comienzan con palabras. Amistades rotas comienzan con palabras.
Pero las palabras son también la fuente de vida y paz. Los que hablan palabras de bendición, fe y vida disfrutan de una vida libre de conflictos y calamidades. Las palabras pueden crear un destino, provisión, sanidad y victoria, si dejamos que nuestras palabras fluyan de nuestra relación con Dios.
¿Cómo podemos usar las palabras para dar vida?
-Puedes sacar cosas buenas de tu corazón para tu futuro (Mateo 12:35)
-Puedes ponerte de acuerdo con los demás y multiplicar el poder de la fe (Mateo 18:19)
-Puedes hablar con los obstáculos que haya en tu vida y que éstos sean eliminados (Marcos 11:23)
-Puedes hablar con Dios y recibir de Él en fe (Marcos 11:24)
-Puedes profetizar y crear tu futuro (Romanos 12: 6)
-Puedes compartir el Evangelio con los demás ¡y sus palabras son palabras de Dios con poder para liberar a la gente! (1Tesalonicenses 2:13).
Mi declaración:
La vida está en el poder de la lengua y estoy satisfecho con el fruto de mi boca. Del buen tesoro de mi corazón hablo cosas buenas. Dios ha puesto Sus palabras en mi boca, palabras de justicia y alabanza. Mis palabras son amables y sabias. Encontré Sus palabras las comí y sus palabras fueron alegría y gozo para mi corazón. Él ha llenado mi boca con cosas buenas para que mi juventud se renueve como la del águila. Tengo el espíritu de fe y creo, por lo tanto hablo.