Esta pregunta procura sondear las profundidades de tu corazón. Si puedes hallar alguna razón que explique por qué no puedes ser sanado, hemos descubierto por qué no lo estás. Ese motivo representa un doble ánimo.

Porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. (Stg. 1:6-8).

La duda debe ser reemplazada por el conocimiento de la verdad. Debes creer que no hay NINGUNA razón por la que no puedas ser sanado.

¿Eres digno de ser sanado? Una vez más, si la pregunta hace que te detengas y reflexiones, hemos descubierto por qué no estás sano. Jesús ha tomado nuestras enfermedades en la cruz. No tiene nada que ver con tus méritos. Él es digno y ha dado perdón y sanidad para todos. Si Dios está dispuesto a sanar a uno, Él está dispuesto a sanar a todos. Jesús sanó a todos los que vinieron a Él, y nunca realizó una entrevista previa a la sanidad para determinar si el enfermo era digno o no. Por sus llagas hemos sido curados.

¿Dios desea sanarte? Responder "sí" o "no" no es la razón de ser de esta pregunta. El hecho es que Dios ya ha provisto sanidad para cada persona en la tierra. No es una cuestión de Su voluntad. Se trata de recibir lo que se ha sido hecho disponible.

Jesús lidió en la cruz con la raíz de la enfermedad: el pecado. Si se ocupó de la raíz, lo hizo también con el fruto. De la manera que la salvación está disponible para todos los hombres, también la sanidad está disponible para todos. Así como hemos recibido el don de salvación por la fe, podemos recibir la sanidad. No se trata de quién eres o qué has hecho. Se trata de lo que Él hizo y que lo podemos recibir libremente.

La sanidad es para ti. Si crees esto, puedes recibirla.