Aceptar el amor de Dios es una lucha perpetua de la humanidad. El hombre por naturaleza (naturaleza caída y pecaminosa),  asume una posición de indignidad y culpa. Todas las religiones de hombres están construidas sobre el concepto del temor, la ignorancia y la culpa.

Por eso la cristiandad es tan única. En lugar de hombres miedosos, arrastrados por la culpa tratando de alcanzar a un Dios misterioso y enojado, Jesús vino a nosotros para mostrarnos al Padre. Él se reconcilió con nosotros, tomó todos nuestros pecados y sus juicios sobre Él mismo, ¡y nos ofrece Su vida ¡gratuitamente!

Al hombre natural le cuesta lidiar con esto. Él siente que tiene que hacer algo para ser aceptado por Dios. Pero el amor de Dios declara que Él ya hizo todo por nosotros. El amor da y perdona.

Para ver y comprender el amor, solo tienes que ver a Jesús. Él es el amor de Dios manifestado. Él sanó a todo el que vino a Él. Él perdonó el pecado, alimentó a las multitudes, resucitó muertos y nos enseñó cómo vivir. Jesús es nuestra imagen del amor. Jesús te ama, y no hay diferencia entre Jesús y Dios. Jesús es Dios manifestado en la carne.

Ora la siguiente oración adaptada de Efesios 3:16-19. Órala a diario, medita en ella y cree que Dios te revelará Su amor por ti.

“Padre, concédeme, de acuerdo a tus riquezas en gloria, ser fortalecido con poder por tu Espíritu Santo en mi hombre interior;
 17 Que Cristo habite en mi corazón por fe; que yo estando enraizado y basado en amor,
18Sea capaz de comprender con todos los santos cuál es la amplitud, longitud, profundidad y altura;
19 Y conocer el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, que pueda ser lleno con toda la plenitud de Dios.”

Cuando pasas tiempo con Él, pidiéndole que te revele Su amor por ti, empezarás a tener una revelación que transformará tu vida.

“Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” (1Juan 4:16)