¿Por qué una mujer joven muere dedaño cerebral después de tener una cirugía exitosa para remover un tumor? ¿Por qué un esposo y padre tiene que morirjoven dejando a su esposa viuda con tres hijos a los 40 años? ¿Por qué sufren los niños y mueren de cáncer?
Preguntas como éstas se les suele hacer a los cristianos de todo el mundo, a causa de la tragedia de la muerte mucho antes de su tiempo de sus seres queridos
Lamentablemente, en muchas iglesias los creyentes son instruidos a confiar en la soberanía de Dios y aceptar con sumisión el hecho de que Dios estaba “en el control” de estos eventos.
¿Podría ser esto cierto? En las Iglesias donde se enseñan estas cosas, no se enseña doctrina sobre sanidad, a veces incluso este tema es atacado como falso, mientras santos preciosos están sufriendo y muriendo en sus iglesias; pero ellos no ofrecen respuestas y menosprecian a los que creen que la voluntad de Dios es sanar.
Una vez un pastor me planteó que si yo creía en la sanidad y que si Dios quería sanar a todos, ¿por qué no iba a un hospital y lo vaciaba? Él no pudo entender que la misma pregunta podría hacerse acerca de la salvación. ¿Quiere Dios que la gente perezca? No. Entonces, ¿por qué no vaese pastor al mismo hospital y salva a todos? La mayoría de nosotros sabemos que la gente debe escuchar la Buena Nueva y creer para ser salvo. No podemos hacer que la gente venga a la salvación, sin predicar el Evangelio. De manera similar, no podemos hacer que toda la gente reciba la sanidad, pero sin duda podemos compartir la promesa de Dios con ellos y darles una oportunidad para creer.
“Grandes multitudes se reunieron para escuchar, y para ser sanados por Él de sus enfermedades.” (Lucas 5:15)
Dios no está participando en la muerte prematura de nadie, ni tampoco determina quién es salvo y quien se pierde. Dios nos ha dado el Evangelio de Su poder (Romanos 1:17) que trae la salvación (tanto espiritual como física) para todos los que creen. La elección es nuestra. Poder y autoridad sobre la enfermedad se ha invertido en la iglesia. Dejemos de revolcarnosen la incredulidad y prediquemos la verdad para que los hombres puedan ser salvos y sanos.