Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. (Hebreos 12:6)
Una de las preguntas que oímos con frecuencia tiene que ver con la idea del castigo o la disciplina. ¿Cómo nos castiga Dios y qué significa esto? ¿Debemos entender la enfermedad, tragedia, la pérdida de empleo o de seres queridos como la obra de Dios para nuestro bien?
El significado de las palabras ‘castigo’ o ‘castigar,’ es entrenar, instruir, educar, enseñar y disciplinar. Aquí hay algunos ejemplos:
Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. (Efesios 6:4)
La palabra crianza es la misma que se usa para castigo y castigar en Hebreos 12.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, (2 Timoteo 3:16)
La palabra ‘Instruir’ es la misma. Por lo tanto, cuando la Biblia habla de castigo, se refiere a instrucción, crianza y amonestación del Señor a través de Su Palabra. La corrección de Dios incluía castigo físico (maldiciones) bajo el Antiguo Pacto. Hoy bajo el Nuevo Pacto Dios nos corrige a través de Su Palabra ‘a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.’ (2 Timoteo 3:17)
El castigo es frecuentemente malentendido por culpa de nuestro concepto errado de Dios. Cuando estudiamos Hebreos capítulo 12 en su contexto vemos que el autor de Hebreos no está hablando de que Dios nos pone cosas malas en el camino, sino que exhorta, corrige e instruye a los lectores a que resistan la tentación y no caigan de la gracia de Dios. (Hebreos 12:4,14)
El castigo del Señor es la exhortación a resistir la tentación y es similar a un hijo siendo disciplinado por su padre. El resistir la tentación muchas veces es una lucha. La mente no renovada quiere una cosa y el espíritu quiere otra. Resistir la tentación no es placentero, pero rendirá mucho fruto.
“Más si estáis fuera del castigo, del cual todos han sido hechos participantes, luego sois bastardos, y no hijos.” (Hebreos 12:8)
Una vez más, la palabra ‘castigo’ se refiere a la instrucción, corrección disciplina, y nutrición de la Palabra de Dios. Aquellos que no prestan atención a la Palabra y no resisten la tentación es como si no fueran hijos. Los hijos soportan el castigo su padre; los bastardos no, porque no tienen relación con su padre.
El autor continúa su ‘castigo’ en Hebreos 12:12, con el mismo contexto que vimos en el principio del capítulo. “Por lo cual alzad las manos caídas y las rodillas paralizadas;” En otras palabras, ¡aguanta! ¡Puedes resistir! Puedes vencer. No siempre es fácil para la carne. Es como ser disciplinado ¡pero vale la pena!
Necesitamos entender que la enfermedad y la tragedia nunca han perfeccionado a nadie. Cosas como esas vienen a robar, matar y destruir. El Señor nos ha dado Su Palabra para perfeccionarnos y castigarnos.