“yo he rogado por ti, que tu fe no falte” (Lucas. 22:32)
Jesús sabía que Pedro lo negaría, pero Él no oró para que Pedro no fracase. Oró que a pesar de su fracaso, su fe no falte. La verdad es que el fracaso se produce cuando pierdes tu fe.
Todos nosotros fracasamos de vez en cuando. Vivimos en un mundo caído y hay momentos en los que no vivimos según el Espíritu. Si nos sometemos a la carne, el fracaso ocurre. Pero esto no será fatal si nuestra fe se mantiene viva a la gracia de Dios.
Tu Éxito existía en el corazón de Dios antes de que ocurriera el fracaso.
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. (futuro) (Jeremías 29:11)
El amor de Dios nunca fracasa. Nuestro fracaso no cambia el amor de Dios por nosotros ni cambia nuestra identidad en Cristo, ni cambia nuestro propósito.
“No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios,” (2 Cor 3, 5).
Permanecer en derrota, depresión y fracaso significa que tu suficiencia estaba en ti. Que era tuya. Cuando tratamos de vivir en nuestra propia fuerza y abilidad limitamos a Dios en nuestras vidas. Deja que Dios sea tu suficiencia. Recibe su amor y perdón. Deja que Él renueve tu visión y propósito. Él está orando que tu fe no falte.