La revelación más grande en mi vida fue haber sido hecho justo en Cristo. Esto cambió la imagen que tenía de mí mismo.
Cambió mi visión, mi actitud; mis temores comenzaron a irse. No fue un cambio instantáneo: fue un proceso. Pero la planta que surgió de la semilla de la justicia ha continuado transformándome. Hasta que realmente podamos vernos limpios delante de Dios, la fe será una lucha. Será duro “escuchar” a Dios si estamos poseídos por la duda acerca de nuestro propio valor. Nuestros temores, entonces, vendrán sobre nosotros. A pesar del desempeño religioso que desarrollemos, hallaremos -al igual que Job, que adoraba basado en el miedo- lo que en mayor medida temamos.
Lo que el impío teme, eso le vendrá; pero a los justos les será dado lo que desean. (Prov. 10:24).
Pero árbol de vida es el deseo cumplido. (Prov. 13:12).
Temor: estado habitual de la humanidad desde el Jardín del Edén. El miedo es la manifestación de la relación rota con el Padre. Es un síntoma de falta de justicia.
Fe: es la condición natural del corazón en la nueva creación. La fe es la manifestación de la relación restaurada con el Padre. Es síntoma de justicia.
Si estás aun batallando con los miedos y las dudas o con la falta de confianza o de visión, es porque el árbol de la vida (justicia) debe aún ser plantado en ti o está plantado pero todavía es una semilla sin germinar.
Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti. (Is. 54:14).
Permite que la verdad de la Palabra de Dios halle un lugar en tu corazón. Medita de día y de noche en los versículos que hablan de la justicia y de los justos. Dejalos que transformen tu pensamiento y encuentren el camino a tu corazón. ¡Rechaza el miedo! Es tu elección.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. (2 Cor. 5:21)